Gjirokastra (a menudo la encontraremos con el nombre albanés de Gjirokastër) reposa en las faldas de las montañas de Mali i Gjerë (“La montaña ancha”), parte de la reserva natural de Rrezoma, con vistas espléndidas del valle de Drina.
La descripción de la ciudad natal del escritor Ismail Kadaré en su novela Crónica de la ciudad de piedra. Escamas de piedra forman la piel de este dragón durmiente que reposa inerte mirando a las montañas. Tejas de piedra sobre las casas, calles adoquinadas….que por su peculiaridad hicieron que el casco antiguo de Gjirokastër fuese declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2005, tres años antes de que Berat recibiera el mismo título.
La mayor parte de la población son albaneses musulmanes y ortodoxos, pero en Gjirokastër todavía hay una notable minoría griega, siendo considerada uno de los centros de la comunidad griega en Albania.
Habitada desde hace 2500 años, hoy son unas seiscientas casas de época otomana, las que atraen con su uniformidad al turismo. Para los albaneses, la ciudad también es sinónimo del ex dictador Enver Hoxha, quien nació aquí y veló por su cuidado y protección. Sin embargo el otrora hijo pródigo es hoy olvidado tras su férrea dictadura.
El topónimo deriva de la composición en latín de Argyrokastro (argyron y castrum), fortaleza o castillo de plata, además de encontrarse como Argyropolis, si bien hay una teoría que versa sobre la figura de una princesa legendaria, sobre la que autores como Kostas Krystallis e Ismail Kadare aludieron en sendas obras. El nombre actual es la derivación griega.
La arqueología ha permitido datar un asentamiento durante la Edad del Bronce, con el hallazgo de objetos de cerámica que datan de la Edad del Hierro, elaborados en un estilo que apareció por primera vez a finales de la Edad del Bronce en Pazhok, Condado de Elbasan, y está difundido por toda Albania.
La primera mención de escrita de Gjirokastër es de la Edad Media, nombrada con el nombre griego de Argyrocastron por el emperador bizantino Juan VI Cantacuceno en 1336. Las murallas de la ciudad datan del siglo III. Sus muros de piedra fueron construidos desde el siglo VI hasta el siglo XII. Durante este período, Gjirokastër se convirtió en un importante centro comercial. La ciudad era parte del Despotado de Epiro y durante el siglo XIV los bizantinos tuvieron enfrentamientos con tribus albaneses. Sin embargo en 1417 se convirtió en parte del Imperio Otomano, siendo renombrada como Ergiri. Los barrios de Gjirokastra en esa época estaban tanto en el interior del castillo – al igual que Berat- y en colinas en torno a la fortificación, habitados por las diferentes comunidades religiosas y étnicas.
Desde el siglo XVI hasta principios del siglo XIX, Gjirokastër pasó de ser una ciudad predominantemente cristiana a una de mayoría musulmana debido a que gran parte de la población urbana se convirtió al Islam. En 1811, Gjirokastër se convirtió en parte del Pashalik de Yanina, luego liderado por el albanés Ali Pasha de Ioannina, transformándose en un feudo semi autónomo en el suroeste de los Balcanes hasta su muerte en 1822. Durante el periodo de exaltación nacionalista albanés (1831–1912), la ciudad fue un centro importante de defensa de la independencia, cimentado en la figura medieval de Skanderbeg. En 1880 se celebró aquí la Asamblea de Gjirokastra de 1880, considerada uno de los momentos importantes del camino hacia la independencia albanesa.
La ciudad fue reclamada y tomada por Grecia durante la Primera Guerra de los Balcanes de 1912-1913, tras la retirada de los otomanos de la región. Sin embargo, fue otorgado a Albania bajo los términos del Tratado de Londres de 1913, lo que ocasionó protestas de parte de la población prohelena. Durante el estallido de la Primera Guerra Mundial los griegos capturón a Gjirokastër, junto con Saranda y Korçë, anexionando el sur de Albania a Grecia. La Conferencia de Paz de París de 1919 restableció el status quo anterior a la guerra, y la ciudad fue devuelta al control albanés. Gjirokastër, seguía siendo una ciudad multiétnica durante el periodo de entreguerras. Con el estallido de la segunda guerra mundial fue ocupada por Italia tras la invasión italiana de Albania. Después de la capitulación de Italia en septiembre de 1943, la ciudad fue tomada por las fuerzas alemanas y finalmente regresó al control albanés en 1944.
Durante la Segunda Guerra Mundial Gjirokastra estuvo bajo el punto de mira de las tropas griegas, italianas, británicas y alemanas, que con sus continuos arrebatos por controlarla hicieron que bailara sin rumbo de mano en mano. Los bombardeos sobre la ciudad causaron importantes daños en la Ciudad de Piedra.
El régimen comunista de la posguerra, liderado por Enver Hohxa impulsó la ciudad como un centro industrial y comercial, pero al ser la ciudad natal del dictador, se le otorgó el reconocimiento de ciudad museo.
La arquitectura otomana caracteriza el centro histórico de la ciudad. Gjirokastër, con menor afluencia de turistas que Berat, se presta a pasear por sus calles empedradas, visitar el castillo, las iglesias bizantinas como Saint Sotir, un pequeño templo ortodoxo, el antiguo bazar, la única mezquita -de las quince que llegaron a existir-, así como la monumental Casa Zekate, o la del dictador Hohxa que ahora sirve como museo etnográfico. La nueva ciudad se encuentra en el valle, por lo que los nuevos edificios de cemento de época comunista no “dañan” la vista del hermoso centro otomano.
Las casas típicas otomanas que caracterizan Gjirokastër se construyeron en su gran mayoría durante el siglo XVII y se las conoce como kule. Las fachadas blancas contrastan con los tejados de pizarra. Este estilo de casas torre es similar al de Berat o al la de la ciudad de Ohrid en la República de Macedonia del Norte. Formadas por varias plantas, la inferior se solía usar en invierno, al estar más protegida del frío, mientras que la superior se usaba en verano al ser más fresca, y con balcones y amplias ventanas. En el interior la decoración típica se compone de motivos florales pintados. Se cree que dicho diseño proviene de casas de campo fortificadas típicas del sur de Albania.
Otrora propiedad de mercaderes y terratenientes, en Gjirokastër hoy las kule están catalogadas como patrimonio arquitectónico y se contabilizan alrededor de 600, muchas restauradas tras años de abandono.
El castillo ( Kalaja e Gjirokastrës en albanés) está situado en la cima de la colina y es visible desde todos los puntos del casco antiguo. Se accede desde la zona baja de la ciudad a través de la Rruga e Kalasë o Calle del Castillo, un camino que va bordeando la colina, atravesado arcos.