Belén es una ciudad ubicada en el centro de Cisjordania, situada a unos 9 km al sur de Jerusalén y enclavada en los montes de Judea. Desde diciembre de 1995, se encuentra administrada por la Autoridad Palestina, que adoptó el nombre de Estado de Palestina en 2013. Belén es la capital de la gobernación homónima.
Su población era de 25 266 habitantes en el último censo oficial realizado, el de 2007, si bien la Oficina Central de Estadísticas de Palestina calcula que la población a fecha de 2020 es de 30.233 habitantes, con una mayoría de población musulmana y una importante minoría cristiana, en su mayoría ortodoxa.
Su economía se basa sobre todo en el turismo, cuya temporada alta coincide con la Navidad, momento en el que numerosos peregrinos cristianos viajan a la ciudad para visitar la Basílica de la Natividad.
El gobierno de Israel, que ocupa militarmente toda Palestina desde 1967, ha rodeado la ciudad de murallas y pasos de control, lo cual impide el libre tránsito de los habitantes y limita los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo.

La Basílica de la Natividad es, sin ningún género de dudas, el monumento más significativo de Belén. Se trata de un templo construido sobre el Portal de Belén, el lugar en el que nació Jesucristo. La iglesia fue construida en el siglo VI, aunque luego fue restaurada y mejorada durante la época cruzada, hasta alcanzar el aspecto actual. Cuando se interne en esta iglesia, no pierda detalle de los excelentes mosaicos bizantinos que la decoran y que suponen una maravilla del arte sacro de los primeros siglos del cristianismo.

Aunque, por supuesto, cuando entre en la Basílica de la Natividad de Belén, Israel, tendrá que sumergirse en la Gruta de la Natividad. Los primeros cristianos, en el siglo II identificaron esta gruta como el pesebre en el que nació Jesucristo, ya que en aquella época los establos del pueblo se situaban en las grutas del monte.

En el corazón de esta cueva encontrara una estrella de plata de catorce puntas con la inscripción en latín “Hic de Virgine Maria Jesus Christus natus est”, es decir “Aquí, de la Virgen María, nació Jesucristo”. No cabe duda de que es uno de los lugares más espirituales de Tierra Santa.

Justo al lado de la Basílica de la Natividad de Belén encontrará la Basílica de Santa Catalina, otro de los más importantes templos que visitar en la ciudad. Se trata de un templo decimonónico, aunque anteriormente se levantaba en este lugar una iglesia medieval. Destaca de esta construcción su encantador claustro y las capillas.

Aunque, quizás el elemento más importante de la Basílica de Santa Catalina esté en sus grutas, y más concretamente en la Gruta de San Jerónimo, situada justo bajo la propia iglesia. Se trata del lugar donde se refugió San Jerónimo de Estridón, uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia Latina, que vivió como eremita en estas grutas para traducir la Biblia del griego y el hebreo al latín. Un esfuerzo que se consagró en la llamada Vulgata.

Por todo ello, Belén es una de las visitas imprescindibles de Tierra Santa, en la que sumergirse en uno de los episodios más conocidos e importantes del cristianismo.



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